lunes, 20 de abril de 2009

Hubo un tiempo...

Hubo un tiempo en que la plantación de árboles se hacía sólo para obtener especies frutales o, siguiendo una tradición, dentro de un ritual.

Hoy, no sólo es necesario plantar árboles en el monte y por doquier, sino que de ello depende en gran medida nuestro futuro. Y hablaremos de las técnicas para plantar y para repoblar.

No es suficiente plantar diez, cien, mil o un millón de árboles; el árbol debe crecer en todos los terrenos y , sobre todo,  hemos de hacerlo arraigar en la tierra fértil que es la imaginación del niño: enseñándole los secretos del árbol y sus querencias, hablándole de su función en nuestra casa y Madre , la tierra; contándole historias de árboles y gentes que fueron felices bajo los árboles, trepando ramas en su compañía y desgranando los misterios del bosque y de sus habitantes.

Los niños de hoy son pobres en muchos sentidos porque viven alejados de esa felicidad que crece junto a los árboles, sobre la Tierra Madre.

Si, los niños y los árboles tienen en nuestros días una inmensa importancia, en su crecimiento y salud está la esperanza y, más que nunca, hoy tiene que crecer juntos, llegar a una amistad profunda. Nuestros hijos tienen que aprender a hablar con los árboles y a cuidarlos.

Extraído del libro “La Magia de los árboles”

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